Entrevista a Joan Hunt – Diario SUR

Evento 13 Apr 2014

Entrevista a Joan Hunt – Diario SUR

 
La británica que luchó por los cuidados paliativos para los enfermos terminales en Málaga pasa el testigo tras 22 años al frente de Cudeca. En la sede, un paseo largo lleva hasta este imaginario y luminoso 10 de 'Downing street', donde se gobierna la solidaridad con sello británico en la Costa del Sol. El pequeño apartamento que estrenó hace poco será su nueva casa tras 22 años en una tarea ingente para unir voluntades y recursos sin mirar pasaporte ni bandera. La dura experiencia asistencial que vivió como antesala de la muerte de su marido a causa de un tumor cambió su vida a los siete años de retiro malagueño y su afán fue entonces trasplantar a la Costa del Sol los cuidados paliativos, el 'hospice' anglosajón, que hoy es una gran obra solidaria en la que sigue codo con codo junto a Marisa Martín, gerente de Cudeca; de Susan Hanna, vicepresidenta, y el abogado Ricardo Urdiales, al que acaba de confiar el timón. Hunt sigue en este puente de mando con flores, aún bajo el ruido de unos albañiles que rematan la terraza. El alma de Cudeca -85 años sin bajarse de la sonrisa- inicia su retiro activo para seguir ganándole la partida al dolor.
 
¿Esta es la casa de sus sueños?
(Ja, ja, ja) Ahora sí... llevo solo cuatro días durmiendo en ella.
 
¿Dónde se alojaban cuando usted y su marido venían de vacaciones a España?
Antes de instalarnos en la Costa del Sol en 1984 habíamos venido de vacaciones a muchos sitios, sobre todo a la Costa Brava y a Fuengirola. Aquí teníamos muchos amigos. Nos pareció un sitio maravilloso. Cuando ya estaba próxima la jubilación, dos meses antes de venir, nos alojamos en un hotel hasta encontrar la casa definitiva.
 
Todo iba sobre ruedas hasta que su marido enfermó años después.
Así es. Fred era mayor que yo, él estaba entusiasmado con la idea de venirnos, aunque era complicado vender la casa en Inglaterra y decir adiós a familia y amigos, pero España ofrecía muchas cosas: un buen clima, gente encantadora, una forma de vivir mejor. Yo continuaría dos meses más trabajando para coger una jubilación anticipada antes de venirnos.
 
Ocupó un alto puesto en una gran empresa. ¿Qué hacía en ella?
Durante varios años estuve como asistente personal del director general en una gran compañía de pinturas con varias fábricas en Gran Bretaña, pero en los últimos años fui responsable de todo el personal de la empresa, unas 14.000 personas en Inglaterra, al frente de los temas de salarios, condiciones de trabajo, relaciones con los trabajadores.
 
¿Qué estudió?
Mi familia es de Liverpool y se mudó a Londres. Con la guerra ya no pude seguir en el colegio porque todo se complicó. Los colegios cerraron, no había oportunidades para seguir algo académico. Fui a clases particulares y cuando la situación ya mejoró me fui con 16 años a una escuela de comercio. Aprendí secretariado, mecanografía y contabilidad. Con esa edad tuve mi primer trabajo como auxiliar. Era un taller familiar que hacía piezas de cuero como maletines y en la guerra hacía cosas para el ejército como parte de los cascos de paracaidistas y fundas para los Land Rover.
 
¿Cómo vivió de niña esos bombardeos sobre Londres?
Recuerdo que a los más jóvenes nos evacuaron tres meses al campo, cuando volvíamos pasaba la noche con mi madre en los refugios.
 
¿Le marcó entonces algún ejemplo de persona entregada a enfermos, a personas con necesidades?
Cuando era joven pasé años en un hospital con una enfermedad en la cadera. Mi familia no tenía dinero y mi hermano mayor me cuidaba, era como un padre.
 
¿Cuál era su sueño de chica joven?
Me gustaba mucho bailar, pero entonces era muy difícil en Inglaterra. Todo era muy estricto. En los bailes, los hombres a un lado, las chicas a otro del salón, y a casa no se podía llevar a un chico salvo que fuese una cosa ya muy formal.
 
¿En qué se siente muy británica y en qué poco británica?
Me gusta el estilo de vida en España, pero a veces es un contraste muy fuerte con cosas como la idea del tiempo en España.
 
¿Pero qué le ha pasado recientemente?
Que llevo cuatro días en esta casa y todavía no sé cómo funciona la lavadora. Las instrucciones están en español (ja,ja,ja).
 
Los españoles somos más cercanos en general. ¿España le enseñó a ser aún más abierta?
Los británicos somos más reservados y al principio de venir aquí me ponía un poco nerviosa, pero he aprendido a ser más espontánea. Tengo amigos que vinieron a la vez que yo y con el mismo problema. También ellos se han adaptado y ninguno a vuelto a Inglaterra, pero todos tienen el mismo problema con el concepto de tiempo en España: las cosas tienen que funcionar ahora, pero no mañana.
 
Es de las personas que más ha hecho por unir voluntades de británicos y extranjeros en general
Es cosa de Cudeca, no yo. Ha unido no solo a españoles y británicos, sino a todas las nacionalidades: españoles, británicos, escandinavos, en un 'hospice' internacional. El 80 por ciento de los socios y voluntarios son españoles porque el 80 por ciento de los pacientes son españoles y las familias están aquí y se hacen socios como una forma de ayudar. Para los extranjeros es más difícil.
 
¿La generosidad entiende de nacionalidades?
Pienso que el español la vive de una forma más espontánea, inmediata en ese terreno; los extranjeros piensan más. No es inmediata.
 
Pero también son mayoría a la hora de hacen grandes legados a Cudeca, como sus propias casas.
Todos los legados que Cudeca ha recibido son de extranjeros, pero es algo normal porque los españoles tienen aquí a sus familias. Para los extranjeros es difícil dejar un legado de aquí a otro país. Ven que Cudeca es una ONG transparente y deciden dejarlo aquí.
 
Es muy arriesgada esa forma de financiación que depende de la voluntad de otros. ¿Siempre pensó que Cudeca saldría adelante?
Como cualquier ONG que depende donativos siempre es un problema. En los primeros nueve años teníamos superávit, pero cuando abrimos la unidad de ingresos hospitalarios siempre hemos tenido déficit, hasta el año pasado y eso es solo gracias los legados. En estos 22 años de Cudeca, es muy conocida y no solo son los legados, también las donaciones han venido de todo tipo de instituciones, ayuntamientos, bancos, empresas. No es siempre dinero, recibimos cosas que se pueden vender en nuestras tiendas. Hemos tenido pacientes de todos los municipios de la provincia. Al principio eran los extranjeros los que organizaban eventos para recaudar fondos, pero ahora son los españoles, como pasa con el caso del golf.
 
¿Cuál fue el peor momento de Cudeca?
Cuando comenzó la crisis, que bajó el volumen de artículos donados a las tiendas de Cudeca. Se notaba mucho. No pensamos que la crisis era tan importante y en 2009 tuvimos que cerrar la unidad de ingresos para poder ahorrar y pagar la nómina de los trabajadores. En 2012, todos los empleados de Cudeca aceptaron una reducción de salario y eso ha ayudado a que no hayamos vuelto a tener problemas.
 
¿Qué le ha dicho al nuevo presidente, Ricardo Urdiales, sobre cómo dirigir a partir de ahora Cudeca?
(Jajaja). Ricardo está muy implicado en Cudeca desde el origen y conoce muy bien el proyecto. Fue el abogado que me ayudó en los primeros pasos.
 
Siendo vecino suyo de urbanización, le demostraría que era una persona en la que se podía confiar
Ricardo y el economista Fernando Gil fueron en 1991 mis dos primeros amigos. Sabían que necesitaba una ayuda profesional y ellos se quedaron asombrados después de tres años de la respuesta de la comunidad a Cudeca.
 
¿Y dónde está el secreto?
Al principio fue la comunidad extranjera la que acogió este proyecto de 'hospice', de un centro para el cuidado final de la vida, algo que en nuestra cultura se sabe, así que no tuvimos que explicar mucho en qué consistía el proyecto. La comunidad española se fue incorporando.
 
Es evidente que usted no tiene enemigos, pero ¿y Cudeca?
¿Enemigos? Algunas personas sospechan cuando hay 'charity' sobre el destino final del dinero, por eso la transparencia ha sido fundamental. Hay personal contratado, pero somos una ONG médica que tiene un gran conocimiento y si alguien tiene algún problema o duda siempre le podemos contestar y le invitamos a ver. Nosotros tenemos un presupuesto de casi tres millones al año, con los que tenemos que afrontar salarios de equipos médicos y el personal. La mayoría de los pacientes son atendidos en sus domicilios, tenemos cuatro equipos en esa labor, pero también ahí está la gasolina de los voluntarios. Habremos cuidado a más de 8.000 personas en estos años. Esto demuestra que el dinero está gastado donde tiene que estar gastado.
 
¿Le gustaría contar con fondos para investigar sobre el cáncer?
Hasta hace un año tuvimos esa posibilidad con los cuidados paliativos al final de la vida, pero es un campo muy caro. Fue gracias a La Caixa que pudimos hacer ese trabajo.
 
¿Españoles y extranjeros, generalmente más solos, viven aquí de forma diferente su situación?
El sufrimiento y el dolor es igual para todos, y es duro no tener a la familia. Hay algunas personas que pueden venir del extranjero. Por eso los cuidados paliativos, por eso Cudeca, para ofrecer este calor humano. En nuestra filosofía es muy importante atención, cariño, calor... estar junto al paciente y no solo el cuidado médico.
 
¿Cuál ha sido la lección de los pacientes en estos 22 años?
Que las personas, cuando se enfrentan con coraje al final de su vida, también se sienten muy humildes y aprecian los cuidados especiales que reciben por nuestro personal y nuestros voluntarios. Sin ellos no existiría Cudeca.